¡¡¡HOLA, PUTAS!!! La reapertura de mi habitación está muy próxima. Espero que las zorritas estéis muy atentas, porque se avecinan cosas muy interesantes en la tercera temporada...

sábado, 9 de octubre de 2010

Capítulo 5: Un encuentro inesperado

He descubierto que he llegado al límite en cuanto a víveres en casa. La nevera estaba completamente vacía y la despensa solo contenía un paquete de pan de molde mohoso y un triste bote de leche condensada cortada. “Vaya… la vagueza me ha hecho no darme cuenta de que la comida se agotaba. Tendré que ir al súper a hacer la compra. Que diversión…”

Salí desganada de casa, rumbo a la parada de bus; sé que soy tonta por no ir en la limusina. A veces pienso que se malgasta el dinero, con el mantenimiento tanto del chofer como del coche. Puesto que mi padre se pasa media vida fuera del país y yo casi ni la uso. Pero… es que, a pesar de ser como soy, me gusta tomarme mi tiempo a solas; ya sea paseando o en bus como pretendía hoy. Ya se sabe que en medio de una multitud es donde más sola se siente una. Así puedo pensar. Y eso, a su vez, me ayuda a no sentirme tan vacía.

Arrastraba los pies por la calzada, mientras cada vez me encontraba más retraída en mis propios pensamientos; la ciudad cada vez me parece más frívola. “¿Sería yo un prototipo más de esta comuna conformada por una sucesión de clones adinerados?”. Con esta pregunta dándome vueltas a la cabeza incesantemente, como perro intenta morder su cola, giré lentamente la esquina. Dándome la sensación de que mi sombra era una mancha de petróleo que se movía con retraso, con respecto al cuerpo que la proyectaba.

Mis ojos divisaban, por fin, la parada de autobús. “Por favor, tendré que ir en un vehículo tan viejo y usado, con una aglomeración de gentuza a mi alrededor hediendo a sudor fuertemente y sin poder evitar olerlo. Pues la masa compacta de personas me empujaría hasta que mi nariz y boca quedasen completamente adheridas a la axila de la persona contigua a mí; o gente tosiendo, catapultando millones y millones de sus diminutos gérmenes por el interior de la mole en forma de gusano metálico, viciando el aire de tan reducido espacio, con las ventanas cerradas, mientras el llanto de los niños me taladra el cráneo hasta llegar a mi cerebro, produciéndome una matanza excesiva de mis tan delicadas neuronas. Teniéndome, además, que sentar en uno de esos asientos de plástico, sin saber que clase de culos han reposado anteriormente en ellos. Quizás hasta con incontinencia gaseosa. O en el caso de tener que ir de pie, tendré que agarrar uno de los ganchitos estos que ayudan a no desequilibrarte con el movimiento. A saber donde han estado a priori esas manos que antes lo han tomado. Me imagino a un hombre que tenga el desagradable acto de rascarse los testículos continuamente o, peor aún, masturbarse sin que le siga la saludable acción de lavarse la o las manos a posteriori”.



La avalancha de atrocidades que me vino a la cabeza con relación a donde en breves momentos me subiría, me paralizó paulatinamente, aminorando el paso. E, inconscientemente, me llevé la mano a la boca como un rápido acto-reflejo. Pues un repentino ataque de nauseas me sobrevino de repente.

Finalmente mis pies quedaron totalmente inmóviles, a pocos metros de la parada. Y me retiré dos pasos hacia atrás. Con la mano aún en la boca y la frente perlada de sudor frío; mientras mi mente era atacada continuamente por desagradabilísimos flashes de lo que yo pensaba que podía encontrarme allí dentro. “¡Oh…¿Por qué tendré que ser tan a lo “yo”? No podía coger la cómoda, reluciente, aromatizada a pino montés y libre de gérmenes limusina…Heather, tenías que aferrarte a la idea de coger el bus con todo este rebaño de plebeyos, por la necesidad de estar un rato a solas con tus absurdos pensamientos. La gente bien como tú no necesita pensar. Lo tiene todo. Incluso podrías pagar a alguien para que pensase por ti”. Pensando esto, aquella pregunta que me había formulado antes de llegar a la parada, quedo completamente respondida “Me es indiferente ser un prototipo clonado más de la sociedad de las altas esferas. Yo no me subo a esa cosa. Soy demasiado bonita y ya me están empezando a salir granos por estar cerca de gente tan fea…”

Cuando regresé al mundo físico, fuera de mi mente, me di cuenta de que había bastante gente con rostros que reflejaban un desconcierto absoluto, con sus respectivas miradas clavadas en mi excelente persona.

- Pobre chica… ¿Qué le pasará? Que mala cara tiene…- murmuraban.

Cuando me había girado, dispuesta a regresar a casa, en busca del confort que ofrecía mi bien pagada limusina, una moto se abalanzó rápidamente, viniendo en sentido contrario al que yo me dirigía. Asustada grité y me tiré al suelo, desviándome de la trayectoria que la bestia metálica seguía. La masa de transeúntes, asombrada en todo su conjunto, acudió en mi auxilio.

- ¿Está bien, señorita?- me preguntaba con tono preocupado un señor bastante mayor.

La gente rodeándome me producía una sensación de agobio algo pesada. Pero he de reconocer que me encantó ser el centro de atención de tantos.

- Sí…gracias…creo que sí- dije mientras me levantaba con un impulso de mis piernas. Los tacones de los Manolos no me ayudaban demasiado precisamente…- mi bolso… ¿Dónde está?- Aún estaba algo aturdida.

El bolso de Chanel nuevecito, se hallaba sucio y mojado en un pequeño charco, contiguo a la acera donde me encontraba yo, que parecía salir de una alcantarilla que había justo debajo. Además todo su contenido estaba desperdigado por doquier.



- ¡Oh, no… mi Chanel. Lo había conseguido a mitad de precio, sobornando a la dependienta con un surtido de la nueva lencería de la colección de otoño de papá…- me lamentaba mientras lo cogía goteante de tan húmedo asfalto y recogía mis pertenencias con ayuda de los desconocidos transeúntes que se ofrecían a reunirlas. Supongo que la desesperación de una chica guapa al bordillo de la acera es irresistible. Y sí. Ya sé que sobornar no es jugar limpio. Pero tampoco lo es que me hayan reducido el limite de las tarjetas de crédito… es más bien un caso de necesidad. Más que una mala acción.

El motorista homicida, que casi casa mi muerte de manera prematura, con lo necesaria que resulto yo al mundo, no se había marchado furtivamente para evitar las consecuencias. Había tenido el descaro de permanecer en el lugar del “casi crimen” sin el menor reparo.



Tras recoger mis cosas y dar hipócritamente las gracias a esos desconocidos pobretones, me acerqué decidida a ese maniaco. Que aun se hallaba sobre la moto. Ahí estaba: la figura esbelta, impasible, corpulenta, de espalda ancha. Vistiendo un par de conberse all star, vaqueros negros de Tommy Hilfiger, blusa de Lacoste y una cazadora de cuero, también negra. “Para ser un salvaje, he de reconocer que gusto sí que tiene, el mandril este”.

- ¡TU!, ¡¿ESTAS LOCO?!, ¡¿CÓMO SE TE OCURRE TRATAR ASÍ A UNA DAMA?!

La figura no dijo nada durante unos segundos; luego resonó una voz retenida por la envoltura que ofrecía el casco.

- ¿Una dama?, ¿dónde?- miró a todos lados y de nuevo posó su mirada en mí. A pesar de tener el casco aun puesto, que lo mantenía en el anonimato- no la veo por ninguna parte. ¿Y tú?- rió.

- ¡Pero, como te atreves! Primate superdotado…- mascullé de mal humor. Ya había tenido suficiente con que hubiese intentado atropellarme, como para que luego, encima, se las diese de machito insolente.- hay que tener una mínima pizca de educación cuando se habla con una persona. Uno debe descubrirse y darse a conocer, ¿sabes?

- Perdone miss elegancia…- dijo con un deje irónico.

- Y otra cosa- le interrumpí ya furiosa- no tienes la suficiente confianza como para darte esas libertades conmigo. Así que…

- Eh, eh, eh…- imitó mi anterior acto y poniendo su dedo índice, enguantado, sobre mis labios prosiguió- tengo la confianza que me otorga el hecho de haber vivido un lamentable episodio de mi vida con una chica histérica, que no sabe disimular y que tira porros a cabezas ajenas, convirtiéndolas en fogatas andantes- dijo quitándose al fin la cobertura de la cabeza- ¿no te parece?- sonrió.



No me lo podía creer. Me dejo boquiabierta el descubrir de quien se trataba en realidad. Era el chico porreta; con el que días atrás había forcejeado para quitarle un perjudicial porro.

- …¡¿Tú?!...pero…

- Te vi desde lejos y decidí saludarte.

- Querrás decir matarme- le espeté con enfado.

- Solo quería darte un sustillo y animar esa viducha aburrida que llevas- hizo una mueca burlesca.

- Mi vida está muy bien, gracias. O sea, primero me haces pasar un mal rato en clase con más tensión de la que puedo soportar, luego me quemas con el puto porro, le quemo el pelo a un pobre chico y ahora… ¡¿has intentado matarme solo para saludarme?!- Mi voz aumentaba de manera gradual. Pero como la gente que observaba la escena, también había sido testigo del atropello fallido, supongo que veían normal mi estado alterado.

El chico, ya en tierra firme, hizo unos ruiditos con la boca, mientras movía el dedo índice de lado a lado, frente a mí.

- Recuerda que aún estamos buscando a la damita que, dices, hay por aquí…- rió fluidamente.

- Pero serás… ¿qué damita, ni que leches?...

Me abalancé sobre él. El bolso estaba mojado; por lo tanto ya era inservible. Así que aprovechando que el asa aun se podía utilizar, se la pase rápidamente por el cuello y apreté con fuerzas. Sí, lo sé. Este tampoco es digno comportamiento de una chica de sangre azulada. Pero es que la arrogancia es algo que me puede. Aquí solo puedo serlo yo.

- Mira niñato… soy una dama. Pero tampoco voy a dejar que se rían de mí. Sigue por este camino y mandare a alguien para que te cortare tu minúsculo órgano reproductor antes de que sepas utilizarlo diestramente… ¿comprendido?- susurre. Mientras le apretaba más con el asa de cuero cien por cien.

- Para, para…Vale- reía entrecortadamente; medio asfixiado- Vaya… la gatita ha sacado sus garras tirando del dinero de papi. ¿No es así?- decía frotándose el cuello, aun con tenue carcajada.

Le mostré nuevamente el asa del bolso con cara desafiante. Y el hizo una señal conforme con la mano que le quedaba libre.

- Está bien; perdona mi descortesía. Por cierto mi nombre es Lázaro. Mucho gusto; y ¿tú, gatita? Eres…

- Lo de gatita sobra. Encantada. Soy Heather.

El chico fue a dame dos besos, pero preferí mantener cierto distanciamiento. Después de todo no le conocía… así que le extendí la mano indicándole que deseaba darle un apretón en lugar del beso. El chico sonrió, me estrecho la mano y dijo:

- Vaya… una “dama” como tú, con dosis de lesbianismo

- …ains…- suspiré

Ya le iba conociendo y sabia que por muy furiosa o mosqueada que me pusiera. Seguiría con sus bromas. Así que opté por resignarme.

- Y ¿a dónde ibas antes de tan fortuito encuentro?

- Pues… tengo que ir a hacer la compra. Y pensaba en coger el bus, pero…

- Ya. No me imagino a alguien como tu cogiendo el transporte público. No lo digo por nada… solo que, estando acostumbrada a las comodidades que tienes… el bus no es precisamente un paraíso. Pero tranquila. No preguntare la razón de la elección. Si quieres te llevo- dijo sacando otro casco del compartimento de debajo del asiento de la moto y ofreciéndomelo estirando el brazo.

No pude evitar sonreírle. A fin de cuentas resultó ser un buen chico. Me pareció que me comprendía, por alguna extraña razón sin conocerme de nada. No me entusiasmaba ir en moto, sobre todo por el pelo. Tanto por el viento como la presión del casco. Pero, bien mirado, era una idea mucho más sugerente que el bus. Así que acepté. Y poniéndome el casco, recogiéndome mi Vintage, y pasando mis brazos tímidamente por la cintura comenzamos a recorrer el camino hacia el súper mercado más cercano.
Al llegar, saqué del Chanel echado a perder una lista de la compra, con la tinta corrida. Y haciéndome con un carrito comencé a llenarlo con las cosas necesarias, mientras Lázaro me seguía con otro. Ya que estaba allí me aproveché y quise que me ayudase.

Cuando ya casi tenía todo lo que necesitaba Lázaro me propuso algo que me retrajo a lo más profundo de mi algodonosa infancia:

- Súbete, venga- sonrió haciéndome señales para que me montase en el carrito.

- ¿Estás loco?-reí- eso es una infantilidad. Además nos arriesgamos a que nos llamen la atención.

- La Heather victoriana se cree demasiado adulta como para disfrutar. ¿No es así?. Eres demasiado conservadora para ser tan joven.

- No es eso…

El chico me sonrió una vez más y yo se la devolví.

- Está bieeeen- y diciendo esto me subí.



Me empujo velozmente, mientras me reía y extendía las manos al aire. Realmente no sé como lo ha hecho pero me he sentido como renaciendo. Sin peso, ni problemas. Solo el ahora. Ligera, como si me hubiese comido un camión repleto de maltesers. Pero cuando más feliz y distraída me sentía, él soltó el carrito y me precipité, gritando, sin poder detener el carrito contra una pirámide construida a base de paquetes de pañales.



Salimos corriendo de la zona, cogiendo los carritos y yendo a la caja. Yo me enfadé con él, como era de esperar. Cuando iba a pagarlo todo, el me agarró la muñeca, como señal de que no lo hiciera. Y de su cazadora saco lo suficiente en efectivo.

- Cóbrese de aquí lo de la señorita- sonrió.

- Pero… yo…

- Tsss... tómatelo como una galante disculpa por lo del carrito.

Y guiñándome un ojo, comenzó a meter los productos en las bolsas.

De vuelta a casa, me dejó junto a la verja de la entrada. Y me dio las bolsas que habíamos adquirido. Le sonreí

- Gracias por…

Pero antes de que acabase, él se me había adelantado y me dio un delicado beso en la mejilla. Marchándose a lomos de su moto, seguido por el zumbido que esta produce. Y antes de que se difuminase por completo en el horizonte de la calle dijo:

- Hasta pronto gatita. Nos veremos en clase. Y no te afiles tanto las zarpas.

Esto me cabreó muchísimo. Pero a la par me sentía bien… no sabría explicar por qué. Pero creo que a partir de ahora trataré de conocerle más.

Y entrando en el jardín, oí su característica carcajada perderse en la lejanía.



La moraleja de mi día de hoy podría ser…. “A veces… las personas que peor te caen pueden ser los que mejor te comprendan”.

2 comentarios:

  1. no siempre es asi al menos en mi caso,pero Heather se llevo la lección del día

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  2. Ella sabe que no siempre lo es. Por eso dijo "a veces" no siempre ;-)

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