¡¡¡HOLA, PUTAS!!! La reapertura de mi habitación está muy próxima. Espero que las zorritas estéis muy atentas, porque se avecinan cosas muy interesantes en la tercera temporada...

domingo, 3 de octubre de 2010

Capítulo 4: Un fantasma en el desván

Nunca me había pasado algo semejante. Realmente ha sido un día similar al domingo pasado. “¿Es que nunca dejaran de pasarme estas cosas?”

Antes de ayer por la noche, al acostarme, comencé a oír ruidos bastante extraños que provenían del desván de la casa. Pero hice caso omiso; pues achaqué el motivo a dos o tres ratoncillos que andaban jugando por ahí. “Mañana pondré trampas para ratones en los rincones clave. No puedo permitir que una colonia de sucios roedores merodeen por el desván. Ahora son controlables… pero ¿Qué pasaría si llegasen a procrear? Esto se convertiría en un mar de asquerosos bichos con colas; serían de casi el tamaño de un gato”- Al pensar esto en mi cara se dibujó una expresión de total repugnancia. “Está decidido. Acabaré con esos pequeños invasores”.

Al día siguiente las coloqué, y decidí darles tiempo a que hiciesen su tarea. Hasta la mañana de ayer, que subí para comprobar si realmente las trampas habían resultado eficaces; porque a pesar de todo, seguía escuchando esos incómodos ruidos. Pero también es cierto que escuché como saltaban las piezas metálicas de las trampas. Así que no le dí mas vueltas al asunto.

Subí los peldaños de madera con una inusual inquietud; tenía una extraña sensación de morbosidad, deseosa de encontrarme a esos pobres mamíferos aplastados, muertos completamente o agonizantes, bajo la implacable pinza al tratar de alcanzar una triste porción de queso. Que había servido como cebo para llevarles hasta tan trágica muerte. Ciertamente me sorprendió el que yo fuese capaz de tener esos sentimientos tan grotescos. Me detuve un segundo, pensé, me encogí de hombros mientras sonreía y continué ascendiendo.

Tras abrir la puerta del desván quedó ante mí el gran cuarto desordenado y polvoriento, repleto de trastos. “Debería instar al servicio a que limpiara también esta parte de la casa. Es vergonzoso que se les pague a una pareja de sirvientes y que exista una zona de la casa en semejantes condiciones. Así una no puede vivir placidamente”.



Aquel que entrase y empezara a sacar las cosas que allí se hallaban confinadas podía, perfectamente, reconstruir mi vida completa. Desde el momento de mi nacimiento hasta el día de hoy. Fotografías, juguetes y demás eran un rastro claro de mí existencia. Cosa que no me apetece remover, porque de reconstruir mi vida también lo estaría haciendo con la de Hideki. Y ciertamente no es algo que me apetezca recordar. Mis días de prisionera han acabado; perecido tras estas puertas de doble hoja. Y así se quedarán. Ahora trato de mirar lo menos posible hacia atrás, y disfrutar al máximo de mi vida actual. Sin él.

Al recorrerme los puntos donde había colocado las ratoneras, descubrí que sí que habían saltado. Pero en ninguna de ellas se encontraba el cuerpo de la víctima, ni el cebo. “Esto no me puede estar pasando a mí… ¿Por qué me da la impresión de que estos estúpidos ratones son más listos que yo? No voy a dejar que me venzan”.

La idea de que pudieran ser traviesos roedores dejó de tener validez justamente esa noche. Cuando comencé a escuchar voces inquietantes a modo de susurro, provenientes del cuarto elevado.

Mis nervios estaban ya a flor de piel y comencé a barajar posibilidades más místicas. Como la de que esa habitación fuese el hogar de un pequeño Casper. “O quizás no tan pequeño, ni tan bueno”- Pensé, tapándome con la colcha completamente.

-He de ponerle remedio a esto inmediatamente.

Esta mañana, al despertarme, tomé un bocado rápido; pues estaba insólitamente nerviosa debido a esos ruiditos extraños, similares a pasos de acá para allá, con un cuchicheo constante de fondo. Y me aventuré a subir nuevamente al foco del misterio:

-¿Hola? Caspeeer no te voy a hacer daño. Yo te puedo ayudar- decía delirantemente emocionada.

Yo ya estaba del todo convencida de que se trataba de un fantasma; y además de condición buena y adorable.

Di un paso adelante y el suelo crujió. Logré contener un grito mudo, y el corazón en su sitio correspondiente, y me hice hacia atrás. En ese preciso Instante algo viscoso y con algo que parecían ser múltiples tentáculos me atacó por la espalda. Dí un respingo involuntario, y grité agarrándolo fuertemente, pasándolo por encima de mi hombro, hasta tenerlo de frente.

-Vaya…maldita fregona…- Estaba puesta del revés y había perdido estabilidad con mi golpe de talón. Por lo que cayó irremediablemente sobre mí- ains… pero que tontería. No debería estar tan tensa. Esto me está superando. Tengo que hacer algo que realmente me asegure que puedo estar tranquila.

Tras bajar las escaleras se me ocurrió una idea descabellada. Pero… a tiempos complicados, medidas complicadas.

Cogí las llaves de casa del platito de la repisa y salí lentamente. Camino a la tienda de ocultismo más cercana.

Al principio me dio algo de cosa entrar en ese edificio con aspecto avejentado y una gran entrada pintada de negro, con un inmenso cortinaje de terciopelo rojizo, que actuaba de barrera para la vista, entre lo que había en el interior de tan tétrico lugar y la calle.



Con algo de temor me aproximé, y tenuemente temblorosa aparté, con la mano derecha, la cortina. Dibujándose frente mí un amplio local de color negro y luces violáceas y verdosas. Con el techo acristalado, con una reproducción muy fiel de las constelaciones más reconocidas. Ciertamente quedé perpleja ante tan espectacular decorado.

Caminé con precaución entre estanterías iluminadas llenas de artículos extrañamente curiosos. Mirando hacia todo lugar. Sin percatarme de que cada vez estaba más alejada de la entrada.

Cuando llegué a lo que parecía el mostrador, me encontré con una sñora de avanzada edad y atuendo pintoresco.



-¡Oh! Jovencita, Madame Cosmo ya sabe lo que desea tu inexperta alma…-dijo llevándose los dedos índice y corazón a las sienes y cerrando los ojos. Mientras yo la miraba con indiferencia- hay un chico que te gusta, pero…no sabes como atraerle- Salió del mostrador y comenzó a caminar hacia uno de los estantes iluminados de violeta- para eso tengo algo perfecto- dijo alargando el brazo y cogiendo unas velas- estas velas junto con una foto suya le atarán a ti…-hizo una pausa breve- para siempre- concluyó con tonalidad tenebrosa.

- Pero yo…

- O quizás en los estudios- me interrumpió- ya se sabe que las que tienen las facultades en el físico… poco tienen de cerebro- masculló- lo que necesitas en ese caso es…

- ¡CALLATE VIEJA!-grité- primero; con mi cuerpo y belleza natural puedo atraer a quien se me antoje sin necesidad de potingues extraños. Que a saber con que realizas las mezclas. Capaz y te orinas en ellas. Y segundo; soy lo suficientemente lista como para andar por la vida sin nada más que la ayuda de mí misma. Lo único que he venido a buscar es un tablero de Ouija.

Estaba tan ida con mi pequeño discursito de amor propio, que cuando me quise dar cuenta la cara de Madame Cosmo se había cuarteado hasta su más extrema posibilidad. “Pobre mujer. Debería replantearse seriamente un tratamiento intensivo de botox”

- ¡Como osas dirigirte de ese modo a la gran Madame Cosmo. Es algo que no había sucedido desde los albores de mi iniciación en el mundo místico! Aquí tienes tu maldito tablero. ¡Y vete de mi tienda!.

Tras pagar lo que le debía de mala gana, volví sobre mis pasos hasta llegar a la entrada. La mujer me había seguido hasta la calle. Y cuando me hallaba considerablemente distante de la tienda oí a mi espalda:

- ¡Yo te maldigo, niña. Siento unos calores internos que me dictan que morirás mañana!

- Si, ya… esa es tu querida amiga menopausia. Que ya te viene a visitar- dije en alto para mí misma, mientras reía.

La loca había salido a la calle con aquellas pintas y me gritaba desde una gran distancia. Apelando a la atención de los transeúntes y provocando su detención para mirarla. “Pero que vulgaridad por favor!”.

Al llegar a casa cerré la puerta principal con llave, eché todas las cortinas, y busqué con ayuda de una linterna, unas velas para utilizar. Solo me quedaban unas en forma de conejitos “Supongo que servirán. Pero a saber desde cuando están esas ahí”

Subí con una sensación de miedo por las escaleras que conducían al desván. Con la linterna prendida en una mano y con las velas, el mechero y la Ouija, en la otra. Dentro de la bolsa de la tienda de Madame Cosmo

Una vez arriba. Prendí la luz, y los tres focos iluminaron la estancia desde el techo. Me dirigí hasta una mesa de madera labrada, llena de polvo, soplé para limpiarla un poco y puse la Ouija encima con las velas encendidas a ambos lados. Respiré hondo, posando la yema de los dedos sobre el puntero. Y cerrando los ojos dije:

-Pequeño Casper, si estás aquí manifiéstate. Te recibo con los brazos abiertos. Te puedo ayudar….

Repetí esto varias veces, y luego guarde silencio. Nunca antes me había parecido tan espeso. La tensión de la atmósfera que me rodeaba se podía cortar con un cuchillo. “Y ahora, ¿qué debería hacer?”.

Al segundo de susurrar esto explotó uno de los tres bombillos de la lámpara, produciéndose una lluvia de cristales sobre mí.

-¡Mierda. Sé que estás ahí. Sal ahora mismo, espectro babeante de plasma!.

Trataba de hacerme la valiente pero la verdad es que el miedo había dominado cada partícula de mi maravilloso cuerpo. Así que dejé todo tal y como estaba y bajé lo más rápido que pude las escaleras, arrastrándome por el suelo.

Esta noche me metí en la cama lo mas calmadamente que me fue posible. Pero nuevamente volví a escuchar esos insoportables ruidos. Pero, ya era superior a mí. Decidí armarme de valor y subir para deshacerme de una vez por todas de de ese cáncer para la casa.

Me envolví completamente de pies a cabeza con plástico de burbujas para embalar, dejando la franja de los ojos y la nariz libres. Tipo Ninja. Y me armé con una aspiradora portátil y subí las escaleras. “Es increíble lo que puedes aprender viendo los caza fantasmas”.




Pegue una patada a la puerta; porque la adrenalina me hacía sentir como una del trío de los ángeles de Charlie, aunque el plástico no me dejaba moverme con soltura. La puerta se abrió de golpe, dándose contra la pared. Y mientras prendía la luz, encendí la aspiradora apuntando hacia enfrente.

- ¡Prepárate, porque hasta aquí podíamos llegar!- Grité.

Pero la visión que apareció delante de mí era mucho más grotesca que un fantasma. Era una pareja de vagabundos que se hallaban fornicando como conejos al lado de una de las ventanas. Debieron de haber utilizado el árbol para colarse en una ocasión en la que la ventana estaba medio abierta y desde entonces han entrado todas las noches a cobijarse.

Pegue un grito enormemente grande de la impresión; y ellos también al verme vestida como iba, mezclado con el pudor que debían sentir en el momento. El grito fue tan sonoro por ambas partes que el eco resonó por todo el vecindario. Las luces de otras casas se encendieron, y los perros comenzaron a ladrar. No tardaron en salir vecinos a la calle:

- ¡¿Pero que es esto?, cállense!

- Sí, eso. Algunos intentamos dormir. Que trabajamos mañana, leches.

- ¡¡¡¡FUERA DE MI CASAAAAA!!!!- Ya yo no era dueña de mí y sudaba de manera descontrolada, debido al exceso plástico que me rodeaba.

Los ocupas salieron tan deprisa árbol abajo que se olvidaron por completo de que estaban desnudos. Siendo objeto de impresión, ya no solo de mí, sino de todo el vecindario.

La calle se lleno de voces alocadas mientras yo tiraba las prendas por la ventana. Y alguien se había molestado en llamar la policía desde el momento del grito. Así que dos coches patrulla, con las sirenas activas no tardaron en aparecer.

La pareja fue arrestada por exhibicionismo y allanamiento de morada. Vi como los esposaban mientras un agente les tendía una manta por encima, y los vecinos rodeaban el coche en el que se subieron.




Bueno al menos estoy tranquila, porque no haya sido un fantasma, y porque al menos ahora tendrán un techo y comida diaria en la cárcel, por un largo tiempo. Pero la impresión que me lleve; y el ridículo que causé envuelta en plástico de burbuja con la aspiradora, no me las quita nadie.

La moraleja que he sacado hoy es: se razonable con los hechos que te rodean porque por muy irracional que se sea al pensar, al final la realidad resulta ser aún más irracional.

1 comentario:

  1. Que despistada Heather,deberias mirar mas por tu casa,ratas y encima okupas...yo que tu hubiera cogido la escopeta y veras.

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