¡¡¡HOLA, PUTAS!!! La reapertura de mi habitación está muy próxima. Espero que las zorritas estéis muy atentas, porque se avecinan cosas muy interesantes en la tercera temporada...

sábado, 16 de marzo de 2013

Capítulo 13: ¿Erasmus u orgasmus?


Tranquilos, tranquilos chicos. Como os había prometido el día nueve de este mismo mes, aquí me tenéis de vuelta. Ni siquiera yo soy tan cruel como para lanzar un bulo sobre mi regreso y luego dejaros plantados cual ultima patata del saco de un granjero hambriento. Eso sería como dejaros lamer un poco de la dulce cubierta de caramelo de un chupa-chups y luego apartároslo diciéndoos que en breve os dejaré comeros el chicle que lo rellena. No, yo no soy así. Soy una soberana inflexible pero amable con quienes sabéis ganaros mi afecto.

Pues bien, sé que os debo muchas explicaciones, ya que desaparecer un año y cuatro meses no es normal... Sobre todo si tenemos en cuenta que vuestras vidas necesitan de mi esencia para seguir adelante. Sin mí no sois más que una cascara vacía, un ser que ha perdido su propósito en este mundo. Lo mínimo que puedo hacer por todos y cada uno de vosotros es contaros mi experiencia y entenderéis el por qué de mi tan repentina evaporación. Lo mejor es empezar unos meses antes de todo el embrollo de la situación principal, es decir, la que realmente interesa:

Si os remontáis a los últimos días que di señales de vida, recordareis que Esther me llevó a aquella casa cochambrosa estilo campestre. Sí, donde casi me parto la cabeza por aquel cerdo que salió corriendo como si tuviese un cohete incrustado en el culo, conmigo encima. Pues bien, la experiencia en aquel reino en el que mi cetro, corona y manto pasaban a ser propiedad de la fauna y la flora del lugar, no fue la estancia en el infierno que esperaba vivir al llegar allí. Lo pase bastante mal, no os creáis que fueron unas vacaciones en Disneyland, pero dentro de lo que cabe no fue tan desagradable. Mis amigos saben cómo hacerme olvidar.

Unos días después, de vuelta al insoportable mundo académico, me encontraba en un estado la mar de soporífero. Moviéndome por inercia, más que por otro cualquier motivo que se os pueda ocurrir. Pero la mañana del cuarto día de mi presencia en la universidad, había quedado con Esther para desayunar, ya que disponía de una hora antes de que empezase su clase de derecho penal. "Por favor... Si yo me aburro a morir en historia universal, que la elegí yo, no me quiero ni imaginar cómo sería verme obligada a estudiar la carrera de derecho. Me pegaría un tiro en la sien antes de cumplir la segunda semana lectiva".

- Bueno... digamos que no estás del todo recuperada, pero mejor que antes, desde luego- Me dijo Esther, mientras tomaba un sorbo de café con leche, de una taza de porcelana barata de bareto de facultad.




- ¿Tú crees? Tanto que dice la gente de que el oxigeno del campo y la playa le hacen sentir a una mejor y más rejuvenecida- dije con un deje dudoso- Eso es una mentira más gorda que decir los bebés provienen de París. Mírame: unos días en el campo y parece que he envejecido de golpe unos veinte años...- le reproché mientras observaba la evidente aparición de arrugas en el entrecejo a través de mi circunferente espejo de plata de ley para bolsillo.

- Eso no es de vejez, mujer- Dijo Esther, empujando las palabras como pudo, a través de una carcajada nerviosa- Eso es de estrés. Deberías tomarte las cosas menos en serio. Creo que tu relación con Lázaro no hizo más que perjudicarte- concluyó, dando un gran bocado a una tartaleta de nata y frambuesa.
- Puede... que tengas razón. No estoy segura al cien por cien de todo este asunto- suspiré al llevarme a la boca una magdalena.

Sí. Mi relación con aquel chico ha finalizado. La situación fue bastante tortuosa. Me costó un poco asimilarla, pero aún no ha nacido el hombre que pueda tomarme por tonta; me he dado cuenta de que quizás hayan más personas bipolares en este mundo de las que parecen haber. Y la verdad es que hoy día estoy de maravilla soltera; no me hace falta un hombre para sustentarme. Soy lo suficientemente fuerte como para mantenerme emocional y económicamente por mí misma. Eso de Una mujer necesita de un hombre para sentirse completa es una auténtica estafa. Una gran mujer no tiene la necesidad de escudarse tras un hombre, y ahora mismo pienso disfrutar de la vida como a mí me salga de los ovarios. Una vez cerrada la puerta y habiendo tirado los restos de aquella antigua relación a la basura, me siento una chica libre, feliz y con ganas de comerme el puto mundo. Señoras y señores, Heather vuelve al mercado del ligoteo, que tiemble cada macho que pretende adquirir algo en él; por el momento, para cumplir las necesidades hormonales que una chica tiene de cuando en cuando, acudiré al primer cajón de mi mesilla de noche y echaré mano de mi querido amigo: el vibrador rosa transparente con cinco marchas que se pueden ir alternando con un pequeño estimulador de clítoris que viene incorporado "Es todo un monstruo del placer".

Cierto es que en el momento en el que me hallaba en aquella mesa hablando con Esther aún me cuestionaba ciertas cosas y me sentía como una estúpida por seguir sintiendo algo por ese patán, pero... volvamos nuevamente a ese punto de la conversación y dejemos que el tiempo siga avanzando hasta hoy día con fluidez. De ese modo entenderéis cómo fue posible el que una chica inocentona y enamoradiza que aún suspiraba por un tío con su mejor amiga, pasa a ser la chica independiente, a la que le importa una mierda todo cuanto un chico pueda pensar de ella, ¿os parece?

- Que sí muchacha. Si no te doy una bofetada. Verás tú que pronto se te quita la gilipollez de encima- Dijo Esther firme pero con su característica carcajada.

- ¡No tiene ninguna gracia!- la miré queriendo fulminarla.

"Dios, no. Una bofetada deformándome mi cara de muñequita de porcelana... Una cara que en un futuro podría proporcionarme infinidad de cosas. Sería una verdadera catástrofe si le sucediese algo"- Temblé ligeramente a causa de esa posibilidad tan indeseada.

En ese mismo instante baje un poco la mirada, mientras aquella chica simpático-agresiva seguía produciendo ese sonido, proveniente de su cavidad bucal. Me percaté de que de su Louis Vuitton sobresalía un papel sospechoso.
- Oye... ¿Qué es eso?- pregunte impaciente; señalando con los ojos en dirección al bolso.

- ¡mmmh!- intentó expresarse a mitad de otro sorbo de su café con leche. Tras depositar la taza, prosiguió hablando mientras me alargaba el papel- Es el aviso de que por fin se abren las plazas para la obtención de una beca Erasmus de la universidad. Yo tengo pensado marcharme a Toulouse- Al decir el nombre de la localidad francesa se le iluminó el rostro con una sonrisa que le daba la vuelta al cráneo.


- Ah, ¿sí? suena interesante- afirmé asombrada al ver cuántos destinos, organizados por facultades, figuraban en la lista- ¡Vaya, esta universidad dispone de muchísimos convenios con universidades europeas¡- vociferé.

- Pues claro. Es una universidad de lujo; no todo el mundo puede acceder a la universidad privada con una de las cuotas y nivel de exigencia más altas del mundo. Digamos... que solo la aristocracia más selecta puede acceder- bromeó- ¿Sabes? No estaría nada mal que te plantearas optar a una plaza e irte una temporada. Así aireas un poco ese cerebrito perfumado que tienes y dejas de pensar de una vez en tu relación fallida- La última palabra la dijo con especial entonación.

Odiaba que la chica soltara ese tipo de cosas cual lanzador de cuchillos borracho hacia mí. Pero... la verdad es que en ese momento la idea no me pareció tan descabellada. De hecho veía un nuevo sendero surgiendo bajo mis afligidos y cansados pies.

- Pues ¿Sabes qué te digo? A parte de que, para ser la universidad de lujo que dices que es, esta cafetería deja mucho que desear- dije pasando el dedo por el borde de mi taza de menta poleo a medio terminar. Tenía muchas ganas de dejar constancia de mi opinión del local- Que pienso irme también- Mis palabras desbordaban decisión.

- ¡Así me gusta chica. Apoyo la moción!- Dijo eufórica- Ahora mismo vamos las dos a prepararlo todo.

- Vaya... Pero la facultad de geografía e historia no oferta Toulouse como destino en Francia. El único que ofertan de ese país es Lyon y solamente dos plazas- dije con una entonación que dejaba bien claro que ya comenzaba a flaquear mi gran decisión.

- ¡Eh, eh, eh!... No te permito que tus emociones empiecen a perder gas- dijo dando un golpe seco en la mesa, haciendo de tazas, platos y cubiertos vibrasen.

- ¿Cómo quieres que siga manteniendo la ilusión si entre los dos destinos hay alrededor de 600km?- aclaré con asombro- Eso son 5 horas en coche. Estás loca si piensas que me voy a pegar un viaje de 5 horas en coche cada cierto tiempo. Se maltratarían los vestidos que llevase a causa del cinturón de seguridad y mi pelo, ya que siempre los malditos conductores se dejan las ventanillas abiertas. Cuando llegase al destino parecería una pordiosera despeinada- concluí.


- Jajajaja- Por favor Heathy- dejó escapar con incredulidad "Odio que me llame así..."- ¿De verdad esperas que me crea que una señorita de tu nivel tiene la necesidad de utilizar un coche para salvar la distancia? Tienes dinero suficiente como para permitirte billetes de avión en primera clase siempre que lo desees.

Un silencio se apoderó por completo de la situación. "A veces me sorprende la agudeza mental de esta chica. Lo tenía todo planeado desde antes de que yo descubriese el papel en su bolso" Poco después sería roto por una expresión apurada de Esther:

- ¡Oh, mira la hora que es! El Sr. Báez me la armará gorda si oso llegar tarde de nuevo- Dijo agobiada, tomando el último sorbo de su taza y estrellándola contra el platillo debido a las prisas- Hablamos luego cari, pero este ya es un asunto zanjado. Tú y yo nos vamos juntas a Francia.

Y con eso, al mismo tiempo que se acomodaba el bolso en el hombro, dio por finalizada nuestra conversación, sin que me diese tiempo a rebatir la decisión. "No sé cómo lo hace, pero siempre ha de tener ella la última palabra...¡Agh, qué rabia!"- Ese último pensamiento simulaba un estado de furia falso, ya que en el fondo me gustó la idea de marcharme, por un tiempo, de aquel vertedero social que era mi país. Y, con una sonrisa radiante, me levante da la mesa y comencé a caminar hacia mi facultad. Aún tenía media hora antes del comienzo de mi primera clase.

Sorprendentemente esta chica mueve muy bien los hilos exactos para que la burocracia avance rapidísimo a través del tiempo: papeles, seguros, pruebas de idioma... Todo pasó como si se tratase del vuelo de un colibrí. Y cuando quise darme cuenta, allí estaba: en la residencia estudiantil de Lyon.

Pero antes de llegar, en el avión, hubo una situación un tanto incómoda: resulta que me encontraba sentada por el lado del pasillo y en el de la ventanilla había una señora algo mayor, pero no demasiado. El caso es que notaba que me miraba relativamente de forma seguida cuando llevábamos ya un tiempo de vuelo. Yo hice caso omiso y me dispuse a pedir algo de comer. Bajé la mesilla y pedí a la azafata una cocacola light (que me vino ya con el vaso), además de la lata, un bocadillo de jamón y queso, un mars y una bolsa mediana de frutos secos. Lo coloque todo de manera bien accesible en la mesilla y abrí la bolsa de frutos para esparcirlos en el plato junto al bocadillo. A todo esto la señora continuaba observándome. Os podéis creer que la jodida señora esperó a que lo tuviese todo colocado para decirme:

- Perdona... Pero, quiero ir al baño...

Vamos. Yo la miré de una forma... que reflejaba la muerte inminente que pretendía darle.

- ¡¿Pero usted es tonta?! ¡¡¡¿¿¿Ve que estoy colocando lo que pretendo comer y espera hasta el último momento para decirme que desea miccionar???!!!- Estaba totalmente fuera de mi. Yo creo que si el canibalismo no fuese delito penado la habría devorado cual bestia indomable allí mismo, bajo la sorprendida mirada del resto de pasajeros y azafatas, que quedaron de piedra oyéndome gritar como una posesa.

Naturalmente la dejé salir, pero no sin antes dedicarle un pensamiento: "Ojalá seas succionada por el vater del avión..."

Eso sí, durante el resto del viaje la señora no apartó, ni un solo instante, la mirada de la ventanilla. Eso estuvo más que bien. Disfruté de un vuelo sin más sobresaltos.

Llegué muy cansada, pero la habitación de lujo que apareció ante mí, una vez abrí la puerta, logró sacarme la sonrisa más brillante que había tenido en siglos. Dejé las maletas sobre la cama y me dirigí hacia la ventana de altura considerable, ya que llegaba desde el suelo hasta casi dos centímetros del techo, con doble hoja, y la abrí dejando entrar el dulce aire vespertino. Alucinando por el paisaje que se extendía desde el pequeño balconcito de hierro forjado en el que me encontraba hasta donde alcanzaba a vista. En ese instante supe que aquel iba a ser el perfecto inicio de un periodo inolvidable para mí.


El aire estaba siempre permanentemente impregnado de un aroma dulzón. Como una mezcla entre dulces, croissants y pan recién hecho. No sé por qué, pero la combinación de esos aromas, siendo percibidos, sin ser capaz de evitarlo, por mis delicadas fosas nasales conformaron en mi mente una imagen lésbica romántica... En la que me encontraba portando una boinita parisina, conduciendo una bicicleta por una calle adoquinada llevando a una chica con su melena al viento agarrada a mi cintura y riendo y un par de crujientes baguettes en la cesta de la bici. Creo que ese tipo de paisajes incitan a ese tipo de pensamientos, aunque yo no me considere lesbiana. Luego se lo conté a Esther y aún hoy día sigue riéndose del asunto.

A partir de ahí el tiempo voló sin remedio, llenísimo de experiencias: Las clases de medieval en francés con aquel vejestorio amargado que, según él, para facilitarme el estudio de la materia, me daría un libro de 700 páginas que tendría que leerme entero y que de ahí saldrían mis preguntas para el examen "Joder... Si tengo que estudiar más que un alumno de la universidad; y además en una lengua que no es la mía. Facilitarme el estudio dice... ¿Dónde está el arsénico? Quiero morir" Las interminables borracheras en las discos con mis compañeros de residencia y facultad, los múltiples tíos buenorros que pasaron por mi cama, ya que esa la convertí en mi etapa putiférica, las quedadas con Esther en París... En fin que fue una gran experiencia. Y realmente necesitaba evadirme durante un tiempo. Gracias a todo eso he logrado convertirme en la chica que os dije que ahora soy y que, por supuesto, estoy orgullosísima de ser.

De hecho, recuerdo una experiencia muy vergonzosa, pero a la par muy graciosa, que sucedió una de las muchas veces que Esther vino a verme a Lyon. Y es que fuimos a una disco llamada "l'abeille sexy", que en francés quiere decir "la abeja sexy" y siempre lo recordare porque ahí fue donde, por vez  primera, descubrí la absenta. Me dirigí a la barra y vi los ciento dieciséis tipos de absenta existentes. Me aventuré a hablar con el barman para informarme (toda la conversación fue en francés, pero os la traduciré):

- Hola- grité en medio del gentío.

El chico se acercó a mi e hizo alguna señal para que me percatase de que me había escuchado. así que proseguí:

- Verás... Estoy interesada en probar la absenta desde hace mucho. Lo he visto en pelis y me da mucha curiosidad ver su efecto en mí misma.

- ¿Cual deseas?- me preguntó.

- No sé... Estoy de Erasmus. ¡Qué demonios!, déjame la más fuerte que tengas- sonreí altivamente.
No tardó ni un minuto en enseñarme una botella.

- Esta es la absenta negra. Es la más fuerte de todas. Contiene un 98% de alcohol ¿Estás segura que quieres tomarte esto?- me miró como si no creyese que podría.

- Claro que sí- le desafié.

Agarré con fuerza el vaso de absenta, ya flambeada (para que se redujesen los grados), y, para presumir, me lo bebí de un trago. De pronto un ardor insoportable me bajó por la garganta. Tenía la sensación de que me había tomado una copa de la colonia nenuco con colorante. Un ataque de tos agresiva me sorprendió.

- ¿E...Estás... bien?- preguntó el barman con preocupación.

- Que sí- dije entrecortadamente, depositando el vaso nuevamente sobre la barra con un golpe seco- Ponme otra, porque esto no sube en absoluto.

- ¿Qué dices? Estás loca. Eso es una bomba de relojería para alguien como tú- dijo retirando la botella.
Antes de que se diese la vuelta agarré la botella con fuerza y dije:

- He dicho que me pongas otra- Mi tono era extremadamente desafiante. Creo que ya me empezaba a hacer algo de efecto.

El chico se resignó y me la sirvió. Pretendió quemarla como la anterior pero le arrebaté el vaso antes de que le diese tiempo a realizar la acción.

Dejé nuevamente el vaso en la barra. Y esta vez me di la vuelta como buenamente pude y me encamine, tambaleándome, al barullo, hasta que me perdí entre la multitud.

Esther estaba intentando ligar con un alemán que chapurreaba francés, hasta que me agarre del hombro de ella y descargue todo mi peso.

- Hola, guapa... Te quiero... jajaja- Dije ebria total.

- ¡Uy! Nuestra señorita creo que tiene problemas- rió- A ver... Siéntate- decidió Esther, realizando inhumanos esfuerzos para llevarme hasta un butacón cercano- ¿Qué tal estás, cariño?- quiso cerciorarse de mi estado.

- No...me encuentro muy bien- Las luces y el sonido de la discoteca se mezclaban para formar una vorágine extrañísima que se movía por sí sola- Estoy muy mareada... Tengo ganas de hacer pisssss- reí como si la vida me fuese en ello.

Y de ahí ya no me acuerdo del trayecto entre el butacón y el baño. Solo sé que mi mente conserva un recuerdo muy patético en el que yo me encontraba en uno de los cubículos del baño de chicas de ese antro, sentada en el vater, con la tapa bajada y sin bajarme las bragas. Intentaba orinar tal cual. Hasta que Esther se dio cuenta y entró para subir la tapa y bajarme a mí las bragas mientras yo trataba de abrazarla riéndome y medio muerta, esparramada, con las piernas abiertas en aquel hueco sin apenas ventilación, mientras otras chicas miraban al interior del cubículo a ver qué sucedía.

- ¡Vamos Heathy, colabora un poco!- decía intentando mantenerme el cuerpo derecho, una vez logró bajarme las bragas, para que pudiese orinar.

Después de eso, recuerdo que estábamos subiendo las escaleras que llevaban a la calle, ya que se trataba de un subterráneo, mientras dos chicos me sostenían de los brazos para asegurarse de que daba los pasos rectos, pero con aquellos taconazos era imposible... así que la imagen era como si estuviese pisando huevos. Y Esther se mantenía mi espalda, por si me daba por tirarme hacia atrás.

Cuando llegamos arriba y note la fresca brisa nocturna, perdí el conocimiento. Esther dice que su rollo alemán me llevó en brazos. Y así debió ser, porque a la mañana siguiente me desperté en mi cama con un dolor de cabeza y estomago... de mil pares de narices.

Y ese ha sido un resumen de cómo es que no he escrito en tanto tiempo ¿Entendéis ahora?. La Erasmus ha sido una de las experiencias más gratificantes de toda mi vida. Quitando, claro está, algunas cosas como lo de la borrachera a base de absenta que no le deseo a nadie.

Y aquí me tenéis de vuelta, para seguir compartiendo vivencias con vosotros. Os recomiendo, chicos, que, si tenéis oportunidad os vayáis de Erasmus. Es algo increíble.

La moraleja de hoy es "Una Erasmus siempre será un paréntesis en tu vida para hacer lo que te salga de los ovarios o huevos, dependiendo del sexo que seas. Porque nunca se volverá a repetir"

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